Decálogo del profesional de las PR
Los profesionales de la comunicación y la gestión de intereses se mueven en el terreno ambiguo de las percepciones y las influencias. En tiempos complejos como este, una serie de principios orientativos puede servir de guía para no perderse en el camino.
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Decálogo. Esta vez fue el Día Mundial de la Libertad de Prensa el pretexto para que varias entidades recordaran el rol que cumple el periodismo independiente en la construcción de una democracia republicana. Una de ellas fue la Academia Nacional de Periodismo que, sutil (sin mencionar a Milei), se limitó a recordar urbi et orbi sus “Veinte principios permanentes del periodismo”, publicados originalmente en mayo de 2023, cuando se desmoronaba el antiguo régimen y el León era sólo un candidato.
Así como el periodismo tiene sus decálogos, la profesión que nuclea a comunicadores y lobistas tiene también sus propios principios rectores basados en una idea fundamental: hablar con todos los públicos —incluyendo el gobierno—, en nombre propio o representando a terceros, es un derecho inherente a todo ser humano. En el caso de la Argentina, además, reconocido por la Constitución Nacional.
No existe una versión canónica de un decálogo para profesionales de las PR —todo está en permanente evolución—, pero una guía que contemple tanto a corporativos como consultores podría decir:
Entendé el negocio. No se puede asesorar a nadie si no se entiende a qué se dedica. Cuanto mejor se conoce la razón de ser de una organización (y cómo se financia), más elementos se tiene para orientarla en su estrategia de comunicación y asuntos públicos.
Estudiá el contexto. El inmediato: la política local, las tensiones sociales, los desafíos económicos… Y el más amplio: las alianzas y rivalidades de la geopolítica, los intereses profundos que afectan a cada sector. Es el mapa para no perderse.
Incorporá un marco teórico. Un enfoque conceptual sobre la comunicación y la política, un marco de nociones sobre economía, una perspectiva sociológica, una mirada sobre la psicología y las neurociencias. Y un esfuerzo para hacer conexiones consistentes entre todas ellas. Densidad conceptual.
Conocé el marco normativo de tu profesión.Qué dice la Constitución en su artículo 14, el decreto 1172/2003 sobre gestión de intereses frente al Ejecutivo, el artículo 256 bis del Código Penal sobre tráfico de influencias y el 113 sobre delitos a través de la prensa. Y todo lo que de manera más o menos directa afecta a tu actividad. Sin eso, te faltan referencias.
Practicá. La teoría pura funciona sólo en el ámbito académico: la vida real hace patentes sus sesgos y omisiones, la corrige. Usá la tecnología: no toda, ni la última, ni la más de moda. La que te sirva. Y llegá a tus propias conclusiones sobre en qué acierta la teoría y en qué no. Y hacete la tuya propia, a medida.
Alimentá tu red. Los extrovertidos innatos disfrutan de eventos, cócteles, seminarios y afters. Engrosan sus agendas con placer. Para los más tímidos, todo eso es un suplicio. Da igual: te cueste o te divierta, sin red estás ciego. Otros ven lo que no ves o saben lo que ignorás. De la interacción con los colegas salen opciones superadoras.
Equilibrá escucha y asertividad. No hay asesor que tenga éxito si no presta atención a la necesidad real de su cliente o su jefe. Tampoco si no puede articular con claridad y firmeza su punto de vista. En el equilibrio está el éxito. Cada uno sabe, o debería saber, dónde está su debilidad.
Incorporá una narrativa. (y actualizala con frecuencia). Las razones por las cuales una organización necesita una estrategia de PR, deberían entrar en un par de frases. Qué hacemos y cómo lo hacemos, en pocas palabras más. Si no se puede explicar con brevedad y contundencia, es que no está claro todavía en la cabeza.
Identificá métricas adecuadas para tu trabajo. Y si las que conocés no te sirven, investigá qué otras existen o desarrollá las tuyas propias. Ponelas a prueba, chequeá su rigor metodológico, asegurate de que puedan usarse en períodos prolongados de tiempo y muestren progresos o retrocesos con claridad. Lo que no se mide, no se valora.
Tomá una posición ética. (y no la abandones). Buscá un propósito genuino, profundo, por el que puedas sentir orgullo. Definí qué prácticas te parecen aceptables y cuáles no. No salgas a declamarlas pero aferrate a ellas sin excepciones. Y no te olvides: tu reputación es lo más valioso que tenés. No cambies oro por espejitos de colores.
Seguro que hay más. Dejamos en diez porque si son demasiadas, se hace difícil recordarlas. Si no te gustan estas, hacé las tuyas propias. Sacalas de tu cerebro, o de ChatGPT o de Google o de donde prefieras. No dejes que te lleve el viento. Volá, que es distinto.
Ilustración: gentileza GM+AI
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Tres preguntas a Santiago de Navascués. Es un académico español, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Navarra. Ha sido investigador visitante en la Universidad de Notre Dame y en la Universidad de Ginebra, donde trabajó en los archivos de las Naciones Unidas.
—¿Cómo describirías en este momento la situación de Europa en relación a la invasión de Rusia a Ucrania?
—Desde la abrupta reunión en la Casa Blanca entre Trump y Zelenski, las redes se han llenado de analogías históricas que, con más o menos fundamento, nos recuerdan el regreso brutal de la historia a la vida de los europeos. Hagamos una comparación arriesgada: imaginemos que estamos en el otoño de 1939, no en la primavera de 1940. Podemos considerar que nuestra situación, todavía, es la “guerra de broma” que declararon los aliados a Alemania después de que esta se repartiera Polonia con la Unión Soviética. Una escaramuza que para los franceses y británicos casi no tuvo consecuencias, pero que para los polacos suponía el inicio de una larguísima y terrible invasión. Hoy en día asistimos a una situación similar: por razones morales, los europeos condenamos la injusta agresión rusa y apoyamos a la víctima, pero nuestro compromiso no pasa de ahí. Destinamos millones para mejorar la infraestructura ucraniana, pero no tenemos un plan de contingencia: ¿se han planteado las naciones europeas la posibilidad de una victoria rusa? Cuando los jóvenes ucranianos hayan derramado hasta la última gota de sangre, ¿quién será el siguiente? Llevamos tres años de guerra y apenas hemos elevado el PIB al 2 por ciento que exige la OTAN para la defensa común.
—Sigamos con la analogía polaca: ¿cómo resarcieron los aliados la invasión de Polonia en 1945?
—La lección de la Conferencia de Yalta es abrumadora: ante las grandes potencias, los intereses de las potencias medianas cuentan muy poco. En Yalta los anglosajones vendieron a los polacos al oso ruso sin miramientos, y los condenaron a décadas de opresión soviética después de haberles prometido una defensa que nunca hicieron efectiva. Solo Polonia, que conoce bien su historia, ha sabido reforzar su defensa con el objetivo de formar el ejército más grande del continente. Estados Unidos ha demostrado, una y otra vez, que sus pactos no son juramentos sino transacciones. Henry Kissinger, maestro del realismo americano, firmó en 1973 los Acuerdos de París, un documento que sellaba formalmente la paz en Vietnam. Su recompensa fue el Premio Nobel, compartido con su homólogo norvietnamita, quien rechazó el galardón al considerar que la guerra no había terminado. Y no se equivocaba. Dos años después, mientras los tanques del Vietcong entraban en Saigón, la fama de Kissinger se mantenía incólume. Washington había conseguido una salida elegante, una paz de papel gracias al abandono de su estado satélite. El sur de Vietnam quedó solo y fue devorado. Hay una lección ahí para quienes todavía creen que los compromisos estadounidenses son eternos.
—¿Europa debería entonces mirar con escepticismo a su gran aliado del otro lado del Atlántico?
—La historia reciente muestra que Estados Unidos no actúa como un guardián imparcial de la estabilidad global, sino como un actor que evalúa cada acuerdo según sus propios intereses. No debería sorprendernos que nunca haya ratificado su adhesión a la Corte Internacional de Justicia (CIJ): en 1986, cuando está los condenó por la guerra encubierta en Nicaragua, Washington ignoró la sentencia y bloqueó cualquier sanción internacional. En La Haya no pueden procesar a Putin, pero tampoco podrían hacer lo propio con Bush, Obama, Biden o Trump. De hecho, la legislación estadounidense contempla el uso de la fuerza para liberar a cualquier ciudadano suyo que sea detenido por la CIJ (sí, técnicamente los marines pueden desembarcar en Holanda o lanzarse en paracaídas sobre la sede de la Haya para rescatar a un estadounidense procesado), una cláusula que subraya hasta qué punto Estados Unidos rechaza estar sujeto a las mismas normas que exige a otros. En política exterior, Estados Unidos no se ha sometido a reglas; las ha impuesto.
Las tres preguntas a Santiago de Navascués se tomaron del artículo publicado originalmente en la revista Nuestro Tiempo bajo el título “El precio de la dependencia: Europa, Estados Unidos y la geopolítica de la desconfianza”. Para acceder a su versión completa podés hacer click acá.
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Democracia. “Que el poder político pueda ser conquistado por cualquiera en una democracia, también por quienes cuestionan sus valores, es una prueba de su debilidad y de su grandeza”, dice Daniel Innerarity. El autor plantea en este artículo el juego de tensiones que se genera cuando quien gana una elección cede parte de lo que prometió para acordar con la oposición o, por el contrario, cuando el que gana quiere quedarse con todo, sin negociar con nadie. Y que el elemento clave de toda democracia es la oposición, que es al final el contrapeso que tiene quien fue elegido para gobernar. Conceptos de gran valor, vigentes en casi todo el mundo.
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Academia. Los valores políticos expresan valores personales básicos. Este artículo de Schwartz, Caprara y Vecchione prueba cómo la estructura motivacional de los valores personales restringe y da coherencia a los valores políticos fundamentales. También que los valores políticos median las relaciones de los valores personales básicos con el voto: a modo de ejemplo, la prevalencia de ciertos valores en los italianos adultos antes de las elecciones nacionales de 2006 explica el apoyo que obtuvieron los ocho candidatos principales y permitió predecir la votación con un grado de precisión bastante notable. Dime en qué crees y te diré cómo votarás.
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Oportunidades laborales
Unicoin continúa con la búsqueda de Director of Strategic Communications.
Grupo Petersen abrió su búsqueda para la posición de Líder Digital.
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan.
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