El día de la liberación
El modo en que el Gobierno comunicó la salida del cepo cambiario y el acuerdo con el FMI, después de semanas de zozobra, pone en evidencia que, aun con sus desaciertos, Javier Milei entiende la comunicación política en sintonía con los nuevos medios y las audiencias más jóvenes.
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Histórico. “Desde este momento, eliminamos el cepo cambiario de la economía argentina para siempre”, dijo Milei, grandilocuente, entre las primeras frases de su discurso del viernes pasado por cadena nacional. Después de semanas de turbulencias en el mercado, encuestas declinantes e índices de inflación rebeldes, el Gobierno por fin se hizo de las municiones que necesitaba para retomar la iniciativa política con un anuncio en tono épico en el que toda la atención se puso en un único mensaje: esta vez es distinto.
La secuencia de la estrategia resultó milimétricamente estructurada: el viernes a la noche, conferencia de prensa del ministro de Economía Luis “Toto” Caputo y el presidente del Banco Central Santiago Bausili con los detalles técnicos del acuerdo con el Fondo y la salida del cepo; un rato más tarde, mensaje de Milei, grabado y con sus ministros como escoltas, con una narrativa épica sembrada de varios “por primera vez”, “nunca más” y “esta vez es distinto”. Sábado y domingo, serenidad. Y lunes: visita ilustre y largas entrevistas en medios tradicionales y canales de streaming, ahogando casi por completo las voces críticas o escépticas. Arrollador.
Queda para otros el análisis sobre las consecuencias económicas de las medidas. Acá se destacan algunos aspectos comunicacionales y políticos de lo que sucedió en estos días:
El tema. Hubo claridad conceptual: el foco fue la salida del cepo, y el argumento que sirvió como plafón fue la convicción del Gobierno de que era lo correcto, aun tomando riesgos en un año electoral. La palabra “devaluación” no se mencionó nunca y el acuerdo con el Fondo funcionó como asunto secundario, instrumental. Pillos: salir del cepo es popular, los deals con el FMI no lo son tanto.
El marco. Buena explicación de un proceso en etapas: fase 1, saneamiento fiscal; fase 2, orden monetario; fase 3, normalización cambiaria. Hicimos antes el ajuste, eliminamos el déficit, dejamos de emitir, bajó la inflación. Así, la salida del cepo aparece como consecuencia de un proceso previamente diseñado y se consolida la idea de que no hay improvisación, sino un plan.
La secuencia del anuncio. Primero los técnicos, Caputo y Bausili, resignando el efecto sorpresa, aunque con la ventaja de que cuando habla el Presidente, se conocen ya todos los detalles y se evitan especulaciones. Después, la épica: Milei. Más tarde el comunicado oficial del Fondo —que evita quitarle protagonismo al Gobierno— y, finalmente, largas entrevistas el lunes copando la escena. Y la yapa: el espaldarazo del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, elogiando al Gobierno en conferencia de prensa. Muy orquestado.
El volumen. Casi 30 puntos de rating de la cadena nacional del viernes. Mucho. El lunes, entrevista con Majul y, por la tarde, la enormidad de 4 horas y 40 minutos en una charla con Alejandro Fantino en Neura, con explicaciones, anécdotas, risas, enojos y críticas a detractores. Más de un millón de visitas al vivo y una viralización imposible de cuantificar de decenas de cortes a través de redes sociales. Abrumador.
Los mensajes. Elogios profusos para su equipo, y contundente en los ataques, recordando que el cepo empezó con Macri y se volvió Alcatraz con Alberto Fernández. Sin distingos de aliados y enemigos, Milei separa dos bandos: su gobierno y los que no supieron o no quisieron hacer lo que había que hacer. No hay dudas: estamos lanzados a la campaña.
“Hoy somos más libres, hemos roto una cadena más”, repitió Milei en sus intervenciones. “Es el día de la liberación”, insistió luego en referencia a la Pascua judía, que justo cayó el día del levantamiento del cepo. En pleno año electoral, está sabiendo convertir una medida económica en una epopeya en la que su Gobierno, dócil a las Fuerzas del Cielo, cumple una misión sagrada. Guste o no su estilo, vuelve a confirmarse lo que se sospechaba: estamos en presencia de alguien distinto.
Ilustración: gentileza GM+AI
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Tres preguntas a Rutger Bregman. Es un historiado, profesor, conferencista y escritor holandés. Es autor de varios libros, entre ellos Historia del progreso y Utopía para realistas.
—¿Qué rol juegan las utopías en la historia? —La sensación de mi generación fue que estábamos al final de la historia. Ya no teníamos sueños grandes. Entonces, llegaron el 2008, con el crack financiero, y luego el 2016, con el “brexit” y Donald Trump. Y, de repente, estuvo claro para millones de personas que necesitamos nuevas ideas y reformular la forma como pensamos. Estudiando esto, me di cuenta de lo importantes que fueron el fin de la esclavitud, la llegada de la democracia, la seguridad, los derechos de igualdad entre mujeres y hombres; todas fueron utopías. Vivimos en el momento de más progreso, y justo hoy necesitamos más utopías. Una vez que alcanzamos la utopía, necesitamos una nueva. Uno siempre está anhelando llegar a un ideal; no es un lugar real, sino uno al que casi llega; y si uno llegase, la gracia sería volver a repensarlo. El problema es que nos estamos quedando sin nuevas ideas, pensamientos y metas.
—¿Pero estamos mejor o peor que en el pasado?
—Es importante recordar lo lejos que se ha llegado. En los últimos años hemos hecho muchos progresos, pero las noticias mismas se han encargado de enfatizar el lado negativo a la mayoría. Sin embargo, estamos en una de las mejores etapas en las que hemos vivido. Somos más ricos, la tecnología está avanzada, somos increíblemente saludables; eso solo se descubre cuando ves toda la foto y dejas de concentrarte en lo negativo. Por eso, mi consejo es no mirar noticieros. Somos más ricos, la tecnología está avanzada, somos increíblemente saludables; eso solo se descubre cuando ves toda la foto y dejas de concentrarte en lo negativo. Pienso que es de la naturaleza humana enfocarse en noticias negativas por supervivencia y porque las noticias recogen lo excepcional con respecto a lo cotidiano. Por eso se realzan las cosas malas. Un noticiero no te dirá que la mortalidad natal disminuyó en el mundo, porque eso pasa todos los días. Pienso que hay que encontrar nuevas formas de periodismo para darles importancia a todas las cosas.
—¿Cuál es su utopía?
—Esencialmente, la idea de libertad, poder hacer con la vida lo que uno quiera. Muchas personas piensan que no tienen ese derecho. Obviamente, incluyo el ingreso básico universal. También, un cambio en la forma como pensamos del trabajo. La sensación de libertad no debería ser reservada para unos pocos privilegiados y suertudos. Además, deberíamos tirar la televisión porque las notas periodísticas se centran en las excepciones. Te hablan de guerra, pero desde 1946 las guerras mundiales han bajado en un 60 por ciento. Por las noticias, todos piensan que el mundo está en guerra, pero no es así. Y yo no soy ni un pesimista ni un optimista, soy un posibilista: pienso que todo puede cambiar, todo puede estar mejor, nada puede estar asegurado, pero sí se puede cambiar siempre y cuando estemos dispuestos, apaguemos nuestra televisión, salgamos a conocer gente y andemos por el mundo.
Las tres preguntas a Rutger Bregman se tomaron de una entrevista que le hizo Juan Carlos Rojas para el diario El Tiempo (Bogotá). Para acceder a la conversación completa podés hacer click acá.
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Trumpista posliberal. “Sabes que estás en un orden posliberal cuando los altos mandatarios electos explican sus posturas en términos de teología política, y el debate principal no gira en torno a si son o no tolerantes, sino a si su teología política es acertada o equivocada”, posteó el académico Adrian Vermeule en referencia a lo que dijo J.D. Vance, el vicepresidente de los Estados Unidos, en una entrevista. Este artículo traza un interesante perfil de este político que, en su juventud, estuvo cerca de hundirse en las drogas y fue rescatado por su abuela con una combinación de comprensión y firmeza. Un caso de caída y redención a partir del esfuerzo propio y de una mano generosa.
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Academia. El wokismo admite múltiples análisis. Este texto del historiador Pablo Pérez resulta certero por lo sintético y preciso: opresores y oprimidos en un mundo en el que no hay buenos ni malos, sólo intereses. Y el desarrollo de una narrativa con victimarios (Occidente, los hombres, los blancos, etc.) que someten a sus víctimas (los pueblos colonizados, las mujeres, las personas de otras razas) enfrentados de manera irreconciliable, a partir de un dedo acusador implacable que nunca descansa. Gran artículo, punto de partida para un debate a fondo.
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Oportunidades laborales
Boehringer Ingelheim mantiene activa su búsqueda para la posición de Head of Corporate Affairs South America Region.
Banco Macro inició su búsqueda de Audience Strategist.
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan.
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