La batalla cultural en el Congreso
Milei se propone, en los próximos meses, convertir en ley el Presupuesto 2026, las reformas tributaria y laboral y el nuevo Código Penal. Un desafío con implicancias económicas y políticas, pero también culturales: nos jugamos el “sentido común” de la próxima década.
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12-11-2025
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Ahora sí, con mejores números en el Congreso y el viento político a su favor, Milei quiere aprovechar el momentum y hacer aprobar el Presupuesto de 2026 antes de fin de año. Y, si los planetas se mantienen alineados, también convertir en ley durante el verano dos de las tres reformas estructurales que prometió: la fiscal y la laboral (la jubilatoria quedaría para más adelante). Y, ya que estamos, el nuevo Código Penal, porque puestos a soñar, por qué no hacerlo a lo grande. Ni hablar si además lograra consenso para la Ley de Bases 2. El que esperaba un verano con calma política, que recalcule: se vienen meses ardientes.
Después del triunfo electoral del 26 de octubre, Milei va por una victoria en el Congreso que satisfaga las expectativas de su electorado. No importa si las leyes al final salen algo lavadas: lo que cuenta es que salgan, y que con eso quede probado que LLA puede garantizar la gobernabilidad, como espera Trump, el main sponsor. Para la oposición, en cambio, el dilema es existencial: tiene que decidir si confronta, negocia o se abstiene, sabiendo que cada opción la posiciona de una manera diferente frente a una sociedad que funciona bajo la lógica del antagonismo. No están simplemente discutiendo una ley: están apostando a una identidad política.
Cada proyecto de ley tiene su lógica propia, y sus desafíos y oportunidades comunicacionales para el Gobierno y para la oposición:
El presupuesto como manifiesto. Más que una proyección de gastos, el presupuesto es un programa político. Para el relato anterior, el ajuste era tabú. Milei, con la motosierra en la mano, en cambio, lo militó a gritos desde el principio. Tiene ahora la oportunidad de resignificarlo como una transferencia de recursos desde la casta hacia los ciudadanos comunes. La oposición, por su parte, resiste atrincherada en sus palabras talismán —“salud”, “educación”, “jubilados”—, para lo que el Gobierno tiene ya una respuesta preparada: “si quieren más gasto, que digan de dónde salen los recursos”. Una guerra narrativa.
La reforma impositiva: justicia. Acá la batalla cultural es explícita. ¿Qué es “justicia”? Para el peronismo, es sinónimo de justicia social: redistribuir ingresos para que los que menos tienen, reciban más. Para los libertarios, justicia es la retribución debida al que produce. Y dejar de castigarlo. Por eso, el Gobierno, más que una mera baja de impuestos, comunica el fin de un problema moral. La oposición, de nuevo, enfrenta una encerrona: defender un sistema impositivo que la mayoría de la sociedad —incluidos sus propios votantes— percibe como confiscatorio e ineficiente, o ceder, dándole la razón a Milei. Incómodas ambas opciones.
La reforma laboral: salir de la cueva. La oposición dura y los sindicalistas resisten: “preservemos lo que tenemos, no desprotejamos a los trabajadores, nos quieren quitar nuestros derechos”. El Gobierno ensaya una narrativa diferente: “las leyes actuales son elitistas porque protegen a los pocos privilegiados que hoy tienen trabajo formal, pero dejan a la intemperie al vasto mundo de los trabajadores informales”. Aún así, algo enredado con el encuadre, quiere instalar que “no es reforma, sino modernización”: un gesto, quizá, con el sindicalismo moderado, que necesita un enfoque narrativo amigable para poder apoyar sin quedar demasiado expuesto.
El Código Penal. El péndulo de la opinión pública está, hoy, lejos del garantismo de hace una década: la sociedad clama por más seguridad, y la narrativa dura de Patricia Bullrich frente al delito parece lograr un consenso mayoritario. La oposición tiene poco margen para resistir porque la polarización también llega a sus playas: estás con los ciudadanos de bien o con los delincuentes; con las víctimas o con los victimarios. Hay poco espacio discursivo para posiciones intermedias.
Al final, el Gobierno aprovecha que es tiempo de contrastes y se posiciona como el que promueve el cambio. Si sus estrategas tuvieran que definir el guión de la política de los próximos meses, querrían que la oposición moderada acompañara con alguna timidez —poniendo en evidencia que son solo aliados, sin relevancia electoral—, y que el kirchnerismo se opusiera con vehemencia, así la polarización sigue viva: Milei de un lado; los kukas del otro. Parece claro que en los próximos meses no solo se van a votar leyes; se va a empezar a configurar el tablero político para 2027. Y quizá nazca un nuevo “sentido común”: el que domine la próxima década.
Ilustración: gentileza GM+AI
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Jimmy Wales. es un empresario de Internet estadounidense. Es uno de los cofundadores de Wikipedia, y es el fundador y director ejecutivo de Wikitribune.com. Es, además, autor del libro de reciente publicación “The Seven Rules of Trust”.
—¿Crees que cayó la confianza en los últimos años? Si es así, ¿qué podríamos hacer para reconstruirla?
—La gente ha visto una disminución general de la confianza, no en todos los aspectos y no en todos los países, sino en general. Hay una disminución de la confianza en el periodismo, la política y en las instituciones de todo tipo. Y vemos el impacto de eso. La gente no sabe qué creer. No están seguros de si confían en los medios. No están seguros de en quién deben confiar. Hay cinismo y la sensación de que no se puede confiar en los políticos y que no podemos esperar que sean dignos de confianza porque las cosas se han puesto muy mal. Parece que vale la pena recordarle a la gente: necesitamos personas que se comporten de manera confiable; necesitamos confiar el uno en el otro. Para que eso suceda, debemos considerar cuáles son las cosas que podemos hacer para generar confianza, tanto la confianza uno a uno a título individual, como la confianza en nuestra organización, en un negocio, etc.
—¿Cómo piensan en la confianza en el contexto de Wikipedia?
—En nuestro caso, la confianza está íntimamente ligada a cómo funciona el sitio web y cómo funciona el proceso de edición. Si alguien hace una mala edición, revertirla requiere un click. Podemos asumir buena fe en su primera edición. Solo vení al sitio y hacé algo. Si hacés algo malo, lo revertimos y, con suerte, recibís un buen mensaje que dice: “Eso no es lo que hacemos aquí”. Si alguien continúa portándose mal, la comunidad tiene la capacidad de bloquearlo. Hace aproximadamente 15 años, escribí en mi página de usuario: “Sí, podés editar esta página. Confío en vos”. Es esa vulnerabilidad deliberada, que puede ser bastante buena. Si le decís a alguien: “Confío en vos y creo que vas a hacer lo correcto”, entonces la gente a menudo dirá: “Sí, soy una buena persona. Voy a hacer lo correcto”. Sin embargo, si todas las señales y letreros dicen: “Probablemente no seas digno de confianza; probablemente seas una mala persona”, entonces podrías decir: “Bueno, si no me vas a respetar, entonces tal vez no voy a ser una buena persona o no me voy a molestar en serlo”.
—Decías que sería bueno que todos recordemos lo que aprendimos en el jardín de infantes…
—Hay una verdad profunda en lo que aprendimos cuando éramos niños o en lo que enseñamos a nuestros hijos. Olvidamos esas lecciones bajo nuestro propio riesgo. Algunas de estas cosas son en realidad bastante simples. Enseñás a tus hijos a ser honestos, no solo porque es lo correcto, sino porque es práctico. Les explicás: “Si no sos honesto, la gente no va a confiar en vos y vas a perder todo tipo de oportunidades en la vida para la amistad, para el trabajo, para lo que sea”. Hay muchas reglas para Wikipedia. Las reglas de edición son cientos de páginas. Sin embargo, cuando las reglas están bien hechas, ni siquiera deberías tener que leerlas. Ya las conocés. Si agregás algo a la página de Wikipedia, debe ser fáctico. No debés inventar contenido. Debés indicar tus fuentes. Todas estas son cosas realmente básicas. En cuanto a los detalles de las reglas de Wikipedia, si no ponés tu nota al pie en el formato correcto, alguien te va a ayudar. Las cosas importantes son: diga la verdad, dé los hechos y no sea parcial, etcétera.
Las tres preguntas a Jimmy Wales se tomaron de una entrevista que le hizo Raju Narisetti para McKinsey Global Publishing. Para acceder a su versión completa podés hacer click acá.
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Consultoras que cobran fortunas. ¿Cómo es que los presupuestos que pasan a sus clientes suben a las nubes? Oficinas dignas de revistas de decoración, escritorios hechos de maderas exóticas, salarios astronómicos de los senior partners... y después, muchas veces, la atención del cliente a cargo de un equipo junior que de ninguna manera justifica ese presupuesto. Este post mete el dedo en esa llaga, generalizando, pero también proponiendo una reflexión que cada tanto debería revisitarse.
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Academia. La disrupción es un cambio radical. Este artículo de Iva Grigova pone la lupa sobre el modo en que la tecnología está sacudiendo los hábitos de prácticamente todos los públicos, a la vez que obliga a los profesionales de las relaciones públicas a redefinir sus prácticas. Las PR comunican de una manera radicalmente distinta a como lo hacían hace años(a través de emojis, gifs, stickers y hashtags), lo hacen a través de nuevos canales (redes, apps y native advertising) y utilizan formas diferentes de distribuir sus contenidos (análisis de big data, automatización de contenido de marketing). Incluso el tradicional comunicado de prensa es ahora un press kit digital que incluye fotos, gráficos y videos. Un mundo en cambio constante que obliga a aprender y desaprender. Sin pausa.
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan.
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