Nuevos desafíos de la consultoría en PR

La irrupción de la IA está modificando la dinámica interna de las consultoras y tiene efectos en el tipo de servicios que están prestando a sus clientes. Un fenómeno que merece una reflexión para capitalizar las potencialidades de las nuevas tecnologías.

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10-07-2025

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PR. La consultoría en comunicación y asuntos públicos fue, durante décadas, producto de una combinación única de arte y ciencia. Los consultores con años de experiencia aportaban su intuición, su base conceptual y su red de contactos. Los más jóvenes, su capacidad de producción, su energía juvenil y algunas técnicas novedosas. Pero esa estructura era mucho más que un engranaje productivo: funcionaba como una escuela de intuición y narrativa, donde se absorbía conocimiento práctico gracias a una mentoría intensiva. La escalera de crecimiento no era solo jerárquica. Era epistémica: forjaba el “olfato” para entender a las audiencias y desarrollaba la destreza para producir mensajes precisos

Con la irrupción de modelos generativos de lenguaje y la automatización de la investigación de audiencias, la síntesis de tendencias y la redacción de contenidos, buena parte de ese engranaje pierde razón de ser. Si la IA cumple esas tareas mejor y más rápido, ¿qué tareas quedan para los juniors? Más aún: ¿cómo se forma al estratega del futuro si no hay instancias interactivas de aprendizaje? ¿cómo se aprende a leer entre líneas para detectar las necesidades más profundas de los clientes? ¿cómo se desarrolla la intuición para captar la sensibilidad de las audiencias? ¿cómo se adquiere la destreza, si no es con prueba, error y corrección, para plasmar en un texto las sutilezas del lenguaje?

Las respuestas a todas estas preguntas requieren de análisis detallados. A los efectos de este texto, basta un primer acercamiento a los desafíos que enfrentan la mayoría de las consultoras:

El desarrollo de talento. Lo dicho: reducidas las instancias de interacción entre seniors y juniors —los esquemas híbridos de presencialidad acentúan el desafío—, se dificulta la formación de consultores capaces de lidiar con los clientes sin asistencia directa. Esto hace más difícil la escalabilidad del negocio. Una solución posible: desarrollo de nuevos formatos de interacción formativa para recrear academias dentro de las consultoras. Si no se intenta de manera sistemática, es probable que nunca ocurra.

Exclusividad metodológica. Antes, las propuestas estratégicas para los clientes se guardaban bajo siete llaves. Hoy, la IA produce decenas de opciones en minutos, donde no queda olvidado nada relevante. Un junior capaz de desarrollar prompts inteligentes puede producir estrategias de comunicación o asuntos públicos altamente sofisticadas, sin asistencia de nadie con canas. Un camino a explorar: más atención de los seniors al detalle —donde dicen que está el diablo— para detectar sutilezas de valor emocional que la IA deja pasar.

Autoridad institucional. Una marca consolidada solía garantizar método, seriedad, solidez. Hoy, la IA, junto con un consultor junior en una mesa de Starbucks, pueden entregar productos robustos. ¿Qué podría distinguir a una consultora hecha y derecha de un kiosco improvisado? Posibles respuestas: políticas de transparencia en el uso de la IA, estándares de ética y compliance, buenas prácticas de recursos humanos, inversión en cuidado del ambiente: una suma de intangibles que distinguen a una Empresa B, o una certificada por The Great Place to Work, de un grupo de amigos que hace lo que puede.

La de 2020 es la década bisagra: el mundo viejo va quedando atrás y llegarán con éxito a 2030 sólo los que hayan sabido adaptarse. Más densidad conceptual, más agilidad para cambiar, más apertura al mundo de las neurociencias, más autoexigencia en materia de triple impacto: por ahí parecen ir los tiros.


Ilustración: gentileza GM+AI

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Tres preguntas a Costica Bradatan. Es un filósofo rumano, especializado en los problemas morales de la humanidad, sobre todo de los últimos cien años. Es profesor en Texas Tech University (Estados Unidos) y es profesor honorario de la Universidad de Queensland (Australia).

—¿Por qué usted dice que el capitalismo se volvió totalitario?
—Era solo cuestión de tiempo antes de que el totalitarismo del capitalismo penetrara en nuestras vidas. El espíritu capitalista ha llegado a moldear la forma en que nos vemos y nos verbalizamos: ya no nos hacemos presentes en el mundo, sino que nos “volvemos una marca” y nos “vendemos” en el mercado, como si cada uno de nosotros fuera una corporación. Como parte de este proceso, vemos cómo emprendedores y gurús de la autoayuda colonizan gradualmente porciones cada vez más grandes de nuestra vida interior. Ya no son los clásicos capitalistas codiciosos, sino que se han hecho rebranding como una especie de ingenieros del alma. La exploración de nuestra vida interior solía ser territorio de poetas y teólogos, de psicoanalistas y narradores. Ya no. Había algo que ganar de nuestros miedos y ansiedades más profundos, y estas personas no dudaron en aprovechar la oportunidad. Así es como ahora nos enseñan a “fallar mejor”, citando libros que nunca leyeron.

—¿Qué relación hay entre la mirada de los demás y la ansiedad por alcanzar el éxito?
—A la gente se le avergüenza constantemente para que alcance el éxito, lo quiera o no, le convenga o no, incluso lo entienda o no. Estamos programados no solo para estar con los demás, sino, aún más importante, para preocuparnos por cómo nos ven. La mayoría de las veces, la autoimagen con la que operamos es la que nos proporcionan los demás, no algo que nosotros creamos. Son los demás quienes nos crean –implacablemente, sin piedad y según sus propios caprichos–, y no nosotros mismos. De hecho, cuanto menos nos conocemos, más dependemos de cómo nos ven los demás. Y como la mayoría de las personas no se conocen a sí mismas y tampoco tienen planes de tener ese conocimiento pronto, siguen dependiendo dolorosamente de lo que pueden descubrir sobre sí mismas a través de los demás. Esto siempre ha sido así, pero la reciente proliferación de las redes sociales ha hecho dolorosamente las cosas más evidentes.

—¿Qué efecto tiene en la vida de las personas el estar tan pendientes de la mirada de los demás?
—Como las personas no tienen nada sustancial sobre lo que construir sus vidas, algo que venga de dentro, viven desesperadamente de los me gusta de los demás. Y eso no es lo peor. Que te permitas depender de la opinión que otros tienen de ti es tu problema. Lo peor es que esta relación de dependencia está mediada por fuerzas mucho mayores que tú y que escapan a tu control: tecnología altamente manipuladora (con la IA, en tiempos más recientes), corporaciones y gobiernos, influencers de todo tipo, organizaciones e instituciones de cuya existencia quizá ni siquiera seas consciente. En estas circunstancias, tú (y millones como tú) no eres en absoluto una persona más o menos autónoma, y ​​mucho menos un “agente libre”. Ahora crees y dices lo que estas instituciones te han hecho creer y decir, y te comportas –política, económica, culturalmente– según te han condicionado a comportarte. Debe ser una de las mayores ironías de la historia reciente: se ha invertido tanta ciencia y conocimiento en volvernos tan estúpidos.

Las tres preguntas a Costica Bradatan se tomaron de la entrevista que le hizo Mariana Toro Nader, publicada originalmente en Ethic. Para acceder a la conversación completa podés hacer click acá.

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Crisis management. Las crisis reputacionales a veces se originan en campañas de desinformación que parecen incontrolables. Este artículo enumera y explica 7 acciones (algunas obvias, otras no tanto), para neutralizar esos tsunamis: 1) Monitoreo de redes y medios; 2) Educar a la organización en materia de funcionamiento mediático; 3) Anticipar una narrativa con material preaprobado; 4) Establecer canales de comunicación con fuentes confiables; 5) Generar vínculos con actores comunitarios clave; 6) Usar técnicas evolucionadas de ciencias del comportamiento; y 7) Mantenerse informado sobre las últimas tendencias.

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Academia. Jorge Fernández Díaz, que no para de recibir premios, esta vez fue galardonado nada menos que con el Mariano de Cavia, un reconocimiento al periodismo independiente, en estos tiempos en los que el oficio está en entredicho. Su columna “Bienvenidos al populismo de derecha”, del 14 de abril de 2024, publicado originalmente en La Nación, mereció los aplausos del jurado y las palabras de elogio del rey Felipe VI. Javier Milei, para quien “no odiamos lo suficiente a los periodistas”, fue el objeto de las críticas de Fernández Díaz. Ojalá el tiempo dé la perspectiva suficiente para entender este período convulsionado.

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Oportunidades laborales

Nestlé mantiene abierta su búsqueda de Corporate Communications Specialist.

Google inició su búsqueda de Strategic Partner Development Senior Associate, News.


¡Hasta el próximo miércoles!

Juan.


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