Post mortem del “criptogate”

Pasados unos días del inicio del escándalo de $LIBRA, puede hacerse un análisis más reposado de la estrategia de comunicación que llevó adelante el gobierno para controlar la crisis: no todo lo que se hizo estuvo mal y no siempre lo que aplica a la comunicación empresarial sirve para la política.

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Diario del lunes. “Te lo dije” y “yo lo hubiera hecho distinto” están en el podio de las frases más antipáticas que se dicen después de un error. En los días pasados casi solo se vio eso entre los usuarios más activos en las redes y los analistas políticos con acceso a algún micrófono: que Milei debería moderar su intervención en X, que alguien tendría que suplir la inexperiencia de Karina, que Santiago Caputo iba a terminar chocando si seguía circulando con patente de corso. Pocas cosas dan tanto placer como sentir que se tiene razón, por eso en estos días hay gente de fiesta.

Casi nadie discute que el Presidente se equivocó con su posteo promoviendo $LIBRA y que la contención de la crisis dejó bastante que desear. Dicho esto, cualquier análisis de comunicación debería partir de un dato fundamental: no es lo mismo gestionar una crisis, por importante que sea, en el ámbito empresarial que una en el ámbito del gobierno. Cuánto más si sucede en un escenario altamente polarizado. No aplican los mismos manuales.

Un breve repaso de algunos elementos a tener en cuenta puede servir para dimensionar las similitudes y diferencias de uno y otro caso:

El Presidente. La máxima autoridad de un país tiene una visibilidad pública mucho mayor que la de un CEO. Si un líder empresarial trata de cuidar sus palabras en las redes, cuánto más debería hacerlo un Presidente. Primer aprendizaje obvio: alguien debería ayudar a Milei a mejorar la calidad de su intervención en X. ¿Cuáles son los obstáculos? El mismo Milei, que hace de la espontaneidad un culto, y su aparente escasa predisposición para escuchar consejos no laudatorios.

El ojo crítico. Con raras excepciones, los CEOs no son objeto habitual del escarnio público. Los líderes políticos, en cambio, llegan al poder confrontando y así multiplican las grandes adhesiones y las antipatías. Por eso tienen estándares diferentes: lo que para un CEO sería un desastre (medio país en su contra), para un político es un éxito. Así hay que leer el 50% de popularidad de Milei, aun después de este traspié.

Los medios. Quizá por convicción, quizá para aprovechar su descrédito, aún desde antes de llegar al poder, el libertario señaló como uno de sus enemigos a los medios: “casta” y “ensobrados” es lo más suave que dijo de ellos. En este contexto, eran esperables los comentarios críticos de muchos periodistas. Y también previsible que el libertario confirmara sus prejuicios y les aplicara el “principio de revelación”. Resultado: el conflicto se retroalimenta. Un líder empresario jamás habría hecho eso. A un político que construyó su imagen confrontando, podría funcionarle. El tiempo dirá.

El relato. Mirada del negocio, reputacional y legal: desde esos tres ángulos suelen enfocar sus análisis las empresas cuando diseñan una narrativa en momentos de crisis. Los gobiernos, en cambio, son más unidimensionales: se enfocan en la política y, muy secundariamente, en el aspecto legal: primero, preservar el poder, y después, evitar posibles consecuencias judiciales negativas. “Las ratas inmundas que quieren aprovechar esta situación para hacer daño…” fue el gesto político de Milei y “no estaba interiorizado” procuró ser el mensaje para los jueces y los fiscales. Quizá insuficiente, dada la gravedad del caso.

El cómo. El diablo está en los detalles. Dar su versión de los hechos, sí, pero a quién, cuándo, con qué formato. La ilusión de mantener el mensaje bajo control está siempre presente en las empresas y los gobiernos, por eso nadie recomendaría una conferencia de prensa. Mejor un diálogo con un periodista moderado, que haga algunas preguntas incómodas preacordadas, siempre que no se vean los hilos. El experimento con Joni Viale no era mala idea pero la interrupción de Santiago Caputo hizo que el tiro saliera por la culata. ¿Aprendizajes? Un relato mejor preparado, con respuestas más sólidas. Y en vivo: el crudo puede salir a la luz, como pasó esta vez, y el remedio termina siendo peor que la enfermedad.

Así las cosas, las encuestas van mostrando que los que ya apoyaban a Milei, aun reconociendo su error, se mantienen más o menos incondicionales; que algunos de los que dudaban, se pasaron al bando de los detractores; y los que ya lo aborrecían, encontraron la razón perfecta para justificar su criticismo. Mientras, los mercados se mantienen tranquilos y la economía no muestra sobresaltos. Sus estrategas de campaña se ilusionan con que alguna otra noticia (¿el nombramiento de los jueces de la Corte por decreto quizá?) se lleve la atención del público y, sobre todo, con que siga vigente una convicción profunda que anida en las mentes de quienes votaron por el libertario: que no hay alternativas.

Ilustración: gentileza GM+AI

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Tres preguntas a Pascal Bruckner. Es un filósofo, ensayista y novelista francés. En su obra ha hecho una crítica particularmente aguda al materialismo que se esconde detrás del capitalismo extremo y de las diversas formas de anti-capitalismo.

—Usted dice en un ensayo que nos hemos confinado en nuestras casas después de la pandemia. ¿Estamos perdiendo empatía y habilidades sociales? —En la dialéctica de lo abierto y lo cerrado, los períodos de crisis son propicios para el aislamiento. Miedo a la enfermedad, miedo a la contaminación y miedo a los demás. El sueño de una sociedad abierta se contradice con cada evento doloroso, la inseguridad, el crimen organizado, la pandemia. La tendencia de toda sociedad a encerrarse en sí misma es una constante en la historia. Esto no nos convierte en personas más violentas, sino en personas más desconfiadas e indiferentes. La pandemia no nos mejoró. Si una enfermedad nos hiciera mejores, la humanidad habría estado conformada por ángeles y santos desde hace siglos. Cada vez que un mal nos golpea, juramos que seremos mejores con la idea quizás supersticiosa de que hemos merecido lo que nos está pasando, que es lo que dijeron muchos funcionarios al comienzo del Covid, incluido el exministro de Transición Ecológica de Francia, Nicolás Hulot. Vio en el Covid una solemne advertencia de la naturaleza. Una vez que el mal se va, olvidamos estos buenos propósitos y comenzamos a vivir tal como lo veníamos haciendo antes.

—Francia es uno de los países que alumbraron con sus ideas al Occidente moderno. Sin embargo, es también cuna del wokismo…
—El wokismo es una forma particularmente elaborada de izquierdismo que ya ni siquiera apunta a la revolución: solo a la discordia eterna, a la victimización permanente. Echó raíces hace mucho tiempo y ha tomado diferentes nombres a lo largo de la historia: en los años cincuenta y sesenta se le llamó tercermundismo; luego, corrección política, sobre todo en las universidades norteamericanas. Esta policía del lenguaje sigue activa y debe envolver cada objeto, cada minoría en un velo de pudor y de respeto. Incluso los muertos deben ser descritos como “despedidos permanentemente”. Y sí, desgraciadamente, el wokismo también tiene su origen en Francia, en los escritos de Foucault, Derrida, Deleuze y Lyotard, que se exportaron al otro lado del Atlántico, se adaptaron al conjunto del pensamiento americano y lo enviaron de vuelta a Europa diez años después.

—¿De qué modo esto afecta o debilita a las democracias?
—En Francia, el wokismo viene a colmar las carencias de una izquierda que se ha quedado sin revolución y que encuentra en las categorías de raza, género y de colonialismo un nuevo fermento a costa de perjurarse a sí misma, ya que la característica de esta doctrina es rechazar cualquier forma de universalismo. El wokismo es una forma caricaturesca de identitarismo con un chivo expiatorio ideal: el hombre blanco, culpable de todos los males. Frente a él, un conjunto de víctimas eternas. Se trata de un plan puramente norteamericano y no funciona en Europa, salvo a costa de graves distorsiones. Tiene la característica de instaurar una dictadura de las minorías, la famosa sopa alfabética LGBTQI+, olvidando a las mayorías, que por su parte toman venganza dando sus votos a los populistas. Por no hablar de que estas minorías a veces se odian entre sí. Tenemos por ejemplo la lucha entre lesbianas radicales y transgéneros, que reclaman su feminidad en el deporte o en el trabajo.

Las tres preguntas a Pascal Bruckner se tomaron de una entrevista hecha por Laura Ventura, publicada originalmente en La Nación. Para acceder a la conversación original, podés hacer click acá.

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Crisis. Bybit, que acaba de sufrir el mayor hackeo de la historia de las criptomonedas, dio una clase de buen manejo de la crisis. Casey Taylor la resume con un hilo en su cuenta de X, en el que da algunos detalles: primer mensaje del CEO antes de los treinta minutos de reportado el hackeo; comunicado oficial de Bybit siete minutos más tarde, explicando con claridad la situación; aparición en YouTube y X, en vivo, del CEO, llevando tranquilidad a los inversores a pesar de ser en medio de la noche; apoyo inmediato de un miembro de su equipo, sin duda competente; en las interrupciones del vivo, placas anunciado que el CEO volvería en unos minutos, administrando la ansiedad; claridad sobre cifras, no conceptos vagos; explicación detallada de la sofisticación del hackeo y de quién era el responsable. Y algunas ideas más. Chapeau.

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Academia. La gestión de crisis cambió a partir de la era digital. Este estudio explora el impacto de las tecnologías digitales a través de un análisis cualitativo de datos secundarios, que incluyen literatura, informes y estudios de casos. Los hallazgos revelan que las redes sociales facilitan la rápida difusión de información y la participación en tiempo real, mientras que el análisis de datos permite el monitoreo proactivo y la predicción de crisis. El artículo, que toma como ejemplo el caso de Uzbekistán, también destaca el papel de la transparencia en el fomento de la confianza pública y los desafíos que plantea la desinformación.

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Oportunidades laborales

Edelman inició su búsqueda para la posición de Strategy Director.

Meta mantiene abierta su búsqueda de Public Policy Manager, Spanish Speaking South America.


¡Hasta el próximo miércoles!

Juan.


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