Tabula rasa
Las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires fueron el hecho político más relevante de los últimos días. Un globo de ensayo que sirvió para testear la nueva sensibilidad del electorado y las estrategias de comunicación que funcionan (y las que no) en este contexto.
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21-05-2025
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Capital. Las redes sociales y los grupos de WhatsApp arden: el sesgo de confirmación llega al paroxismo y cada uno ve lo que quiere ver. Los libertarios dicen que el triunfo de Manuel Adorni confirma que van por el buen camino y que la ola violeta es imparable. Los peronistas creen confirmar, con júbilo, que son la única oposición real a Milei. El macrismo destaca que, aunque los números no acompañaron, están haciendo un cambio generacional, y que por eso hay futuro. Los larretistas, emocionados, repiten el mantra “volvió, volvimos”, whatever that means. Y los republicanos de paladar negro —lilitos, radicales y apartidarios— señalan que ganó la abstención (casi la mitad de la gente no fue a votar), así que el triunfo de LLA no vale tanto y en el fondo perdieron todos. A nadie se le niega el derecho de creer que tiene razón.
Los números cantan: Adorni (que es Milei) se llevó el premio mayor con el 30% de los votos, superando por tres puntos al filoperonista Leandro Santoro, que era el favorito de las encuestas. Lejos, defendiendo las banderas del PRO, Silvia Lospennato rozó el 16% y, más atrás, el ahora independiente Horacio Rodríguez Larreta, cosechó un 8%, el doble que la izquierdista Vanina Biasi. El resto fue testimonial. El resultado final es que Unión por la Patria ahora tiene 20 bancas, LLA suma 13, el PRO 10, el larretismo 5, la UCR 5, la izquierda 2, la Coalición Cívica 1, y la suma de otros misceláneos agrega 4 más. La interpretación es simple: buena parte de los votantes del PRO migraron al mileísmo o a Larreta, y si el primo Jorge no da un vuelco a su gestión —ahora va a tener que negociar casi todo en la Legislatura—, el asunto pinta mal para los Macri.
Abundan los análisis políticos profundos en estos días, al alcance de todo el mundo. Lo que sigue es una versión simplificada para quienes tienen que explicárselo a un extranjero, cortito y al pie:
Es la economía A pesar del intento de municipalizar la discusión por parte del PRO, buena parte de los votantes entendieron la elección como un plebiscito de la gestión de Milei: un 30% quiso decir fuerte y claro que apoya el rumbo económico del Gobierno nacional, por eso votó por Adorni. Fin.
Es la polarización. Seguimos en la era de los extremos. Una parte importante de los votantes odia al kirchnerismo y considera que sólo LLA es capaz de ponerle los clavos a ese ataúd. Y viceversa. Al menos por ahora, las fuerzas políticas que proponen una narrativa fuera de esa lógica, se vuelven marginales. Corea del centro no existe.
Es la narrativa. La polarización entre kirchneristas y libertarios deja poco espacio para otras discusiones. La gente habla de lo que quiere hablar, no de lo que proponen los políticos. El PRO, ignorando esa verdad de hierro, intentó municipalizar la discusión, a pesar de que en ese terreno también estaba débil. Doble error.
Es el olor a pis. Adorni tuvo el mejor jefe de campaña que pudo imaginar: Jorge Macri. Si un votante de centro-derecha dudaba si encolumnarse o no detrás del vocero presidencial, el Jefe de Gobierno lo ayudó a decidirse: la inseguridad, la suciedad, los baches en las calles y las veredas rotas fueron el pretexto perfecto para que los porteños tomaran venganza.
Es la convicción. Los esfuerzos de Silvia Lospennato para mostrarse asertiva y ganadora contrastaron con la narrativa derrotista de Mauricio Macri —que se supone que estaba ahí para apoyarla— que hablaba de la fuga de votos que estaban sufriendo a manos de libertarios y larretistas: un tiro en el pie. En el último tramo, las quejas sobre la campaña sucia tampoco funcionaron: el victimismo no garpa.
Es la nueva generación. En otros tiempos, ciertas rudezas en la campaña se hubieran pagado caro en las urnas. Hoy no: el electorado masculino nacido en este siglo, sobre todo, prefiere el trazo grueso, sin matices. Una vuelta, quizá, al caudillismo compadrito de 1870, pero ahora con algoritmos. No inventamos nada nuevo.
Manuel Adorni, el gran ganador de la noche, declaró “tabula rasa” en su discurso celebratorio: sin rencores después de las escaramuzas de las últimas semanas, todo el que quiera apoyar las ideas de la libertad, es bienvenido. Con el nuevo escenario, el resto de las fuerzas políticas recalcula con la mirada en las elecciones provinciales desdobladas y las nacionales de octubre. ¿Qué hacer? ¿Unirse a las “fuerzas del cielo” sin disimulos? ¿Desensillar hasta que aclare y mostrar moderación? ¿Apostar a la polarización, esperando el apoyo de una parte del electorado? Un año de vértigo.
Ilustración: gentileza GM+AI
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Tres (esta vez cuatro) preguntas a Alejandro Poli Gonzalvo. Es un ensayista argentino, ex vicepresidente del Club Político Argentino y autor de libros como “Mayo, la Revolución inconclusa” y “Las trayectorias argentinas”, entre otros.
—En tu libro “Las trayectorias argentinas” presentás cuatro grandes cambios de paradigma en la historia de nuestro país ¿Cuáles son y qué factores explican estos grandes hitos?
—Las cuatro grandes trayectorias de nuestra historia son el liberalismo (1853-1916), el nacionalismo (1916-1943), el populismo (1943-1983) y la democracia (1983-2023). Mi hipótesis es que estamos asistiendo a un quinto cambio de trayectoria histórica, lo que implica una transformación fundamental de enormes y positivas repercusiones para el bienestar de los argentinos. Una trayectoria histórica es el ciclo de tiempo de una nación que puede ser identificado con respecto a otros por el análisis de tres elementos esenciales: la pretensión colectiva de la sociedad, la conformación de su Estado y una cosmovisión relacionada con el contexto internacional. Cada una de las cuatro trayectorias históricas anteriores cumple con estos requisitos.
—¿Cómo describirías las tres primeras trayectorias: la liberal, la nacionalista y la populista?
—En la trayectoria liberal (1853-1916), la pretensión colectiva de la sociedad argentina se encuadraba en el ideal de progreso perseguido por los hombres del ’37. La trayectoria nacionalista (1916-1946) se caracterizaba por la instauración y la pérdida del ideal democrático, un eje cardinal de aspiración de la sociedad que se materializó con el ascenso del radicalismo, pero quedó inconcluso por la aparición del poder militar como factor de primer orden en la vida política en conjunción con el surgimiento del Estado nacionalista e intervencionista, la aparición de los fascismos europeos, la gravísima crisis económica de 1929 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. La cosmovisión básica del período era el nacionalismo. La trayectoria populista (1946-1983) se asociaba con el ideal de equidad como pretensión de la sociedad argentina, enarbolado por el peronismo. Mientras que en Occidente la cosmovisión a favor de la igualación social se encarnaba en el moderno Estado de Bienestar y en la brillante era de progreso de la posguerra, en la Argentina se degradaba en la cosmovisión populista, similar en los anhelos, pero por completo opuesta en los resultados, cuyo corolario fue la creación del Estado dirigista y corporativista.
—¿En qué consistió la trayectoria democrática?
—En la trayectoria democrática inaugurada en 1983, resurgió el ideal democrático como pretensión definitivamente recuperada por los argentinos, al amparo de una cosmovisión favorable a las democracias que se extendía por todo el planeta y se acentuaba con la caída del muro de Berlín. A partir de 2003, el Estado dirigista de la trayectoria anterior se hipertrofia y agobia a la sociedad civil, llevando al país al borde de una grave crisis en diciembre de 2023. Para que se produzca un cambio de trayectoria son necesarios los tres elementos (pretensión colectiva, reconfiguración del Estado y un contexto internacional determinado), pero además tiene que emerger una nueva coalición política y social que implique la pérdida del poder de la anterior clase dirigente hegemónica. Esta afirmación se comprueba en nuestro pasado: cada trayectoria histórica ha estado invariablemente asociada a una enérgica convergencia generacional acerca de un puñado de nuevos principios y valores enfrentados a la pretensión colectiva anterior y significaron la pérdida del poder de sus antecesores.
—¿Por qué pensás que podríamos estar ante una quinta trayectoria histórica?
—Bajo el liderazgo de Milei se observa la presencia de una pretensión colectiva con poder suficiente para garantizar el inicio de una nueva trayectoria, que es la primera condición. La demanda social por superar el populismo está madura. Y es quizá por este emergente que se consolida un líder capaz de conducirla como el presidente Milei. En cuanto al segundo elemento de una trayectoria histórica, su concepción del Estado augura un rol renovador y diferente: ya no es un peso muerto y burocrático; se achica para facilitar la reducción de impuestos mientras un profundo proceso de desregulación elimina la telaraña normativa. Finalmente, en el contexto internacional está claramente presente una transformación de la cosmovisión predominante en Occidente. No importa si es la transformación que preferimos: solo se trata de constatarlo y ser realista para insertarse en ese nuevo mundo. La agenda internacional se encuentra en la búsqueda de un nuevo equilibrio tras ciertos excesos que trajo la globalización sin límites, la agenda woke, el descontrol de los flujos inmigratorios, el desborde de las burocracias estatales e internacionales, todo ello con la incapacidad manifiesta de dar respuesta a las demandas de las poblaciones.
Las preguntas a Alejandro Poli Gonzalvo se tomaron del artículo titulado “Ante una quinta trayectoria histórica” publicada originalmente en Seúl. Para acceder al artículo completo podés hacer click acá.
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Nadie lee nada. Así se titula la columna que publicó la columnista Leticia Martin en Perfil, denunciando las pésimas condiciones de trabajo de los periodistas y la demora inaceptable en el pago por su trabajo en el diario de Jorge Fontevecchia. La nota generó cientos de comentarios en las redes y otros medios de comunicación y reavivó el debate sobre el modelo de negocio de los medios, el rol del periodismo independiente, la hipocresía de los empresarios de medios que se declaran progresistas y no pagan a sus empleados o colaboradores y otros temas relacionados. Una realidad dolorosa que exige cambios urgentes.
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Academia. Son múltiples los recursos para mejorar la influencia de los líderes sobre sus seguidores. El modo en que cuentan historias es una de las más eficientes: ayuda a explicar ideas, a construir una visión compartida y a resolver conflictos pacíficamente. A partir de un análisis teórico del liderazgo y la narración, este artículo explica el modo en que el storytelling aborda las emociones de las audiencias y puede superar las barreras que las personas construyen para protegerse contra el mundo exterior y las nuevas ideas. Materia prima útil para políticos y otros líderes que buscan reducir las resistencias emocionales de sus audiencias.
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Oportunidades laborales
El ITBA mantiene abierta su búsqueda de Director/a de Marketing y Comunicación.
Vive Health inició su búsqueda para la posición de Marketing & Campaign Manager.
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan.
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