Por Carolina Frandsen, Consultora de INFOMEDIA
Las redes sociales rebalsan de contenido y nos sucede a menudo, como usuarios, que sentimos casi un vacío existencial si pasa un día en que no publicamos algo en alguna plataforma.
Nos exigimos a subir contenido, aún cuando no tenemos nada relevante para decir o contar (y acá va la primera pista de este artículo).
Pero retrocedamos un poco: hace unos 5 años, el algoritmo de Facebook te premiaba, por decirlo de alguna manera, mostrando tu contenido a más usuarios cuanto más contenido compartías en la red. O sea, si posteabas mucho, tu alcance era mayor.
Y si bien los algoritmos de Facebook son como la formula de Coca Cola, y además cambian todo el tiempo, quienes estamos todos los días detrás de las métricas comprendimos que esto en algún momento cambió, y las reglas del mercado llegaron para quedarse en la plataforma con más usuarios en el mundo.
Sí señores, hay que decirlo: Facebook no funciona sin pauta, Facebook es una plataforma publicitaria.
Es así de simple y, paradójicamente, después de bastante tiempo, todavía hay compañías o personajes públicos que no lo comprenden o se resisten a comprenderlo.
¿Volvemos a la pista del segundo párrafo? La relevancia. Recuerdo que uno de los lemas en una campaña electoral de la que participé era: “si no le cambia la vida a la gente, no lo escribas”. Suena un poco exagerado, lo sé, pero ayudaba a pensar todo el tiempo en esto de la relevancia y a darle una segunda lectura a todo.
¿Y cuándo un contenido es relevante? Cuando tiene un beneficio para el usuario. El beneficio puede ser obvio, como una política pública concreta o una oferta en un producto, o puede ser mas sutil, como contar una historia inspiradora, trasladar mentalmente a alguien a un lugar hermoso o simplemente sacarle una sonrisa. Todo vale si la persona se detuvo y le gustó (más si le puso like, más aún si lo comentó y mucho más si lo compartió).
Bueno, no todo vale. Porque sabemos que detrás de cada cosa que decimos hay una estrategia de comunicación (o al menos debería haberla), hay una identidad, valores que respetar y una coherecia que es nuestra propia huella digital, que no deja margen para el error y menos para la contradicción.
Finalmente, el consejo que pretende dar este artículo es: si no tenes nada relevante para decir, no postees. Si lo ves y no te gusta demasiado, no postees. Si no sentís que va con vos, con tu esencia y en consonancia con lo que venís narrando, no postees.
Buscá la ocasión y el contenido perfectos y ponete en la butaca del usuario: si después de pasar esta prueba tu contenido sigue vivo, entonces, dale ENTER.