Encontrar el talento
La semana pasada, en Comms hablábamos de prepararse para, cuando toque, dar el paso de la vida corporativa a la consultoría (o a lo que más nos guste). Una de las claves era identificar el propio talento para aportar valor. Acá, algunas ideas sobre ese tema.
Compartir:
16-07-2025
1

Talento. Es famosa la anécdota: Miguel Ángel decía que el David ya estaba dentro de ese enorme bloque de mármol de Carrara que un día llegó a su taller. Que lo único que tuvo que hacer fue sacar lo que sobraba. La humildad de los genios. Algo parecido sucede con cada uno de nosotros: parece que el talento fuera algo que ya llevamos dentro y que sólo es cuestión de descubrirlo para que aflore, pero hay bajas chances de que el David que cada uno lleva adentro salga a la superficie sin una buena dosis de pericia y dedicación. Martillo y cincel.
El propio talento, sin embargo, da pistas. Hay tareas que salen con menos esfuerzo. Hay temas del ámbito profesional que colonizan nuestro tiempo libre porque nos impulsan a leer, escuchar podcasts y buscar ejemplos. Hay tópicos del mundo de la comunicación o los asuntos públicos sobre los que hablamos con más pasión que otros. Hay casos de éxito que, con variaciones, se repiten a lo largo de nuestra carrera y terminan evidenciando un patrón. Es cuestión de prestar atención y estudiar con cuidado el bloque de mármol: el David está ahí.
Lo que está probado es que descubrir el talento propio no es un acto de inspiración repentina, sino un proceso muchas veces arduo de observación y análisis. Acá, una propuesta de cinco pasos que pueden ayudar a que se manifieste:
Ponerle nombre. No se trata solo de saber hacer, sino de poder explicarlo con claridad. Nombrar lo que uno hace bien es ya empezar a dominarlo. Quien puede describir su especialidad en una frase clara, breve y diferenciadora, tiene la mitad del camino hecho. No es lo mismo decir “trabajo en asuntos públicos” que “ayudo a empresas de sectores altamente regulados a generarse las condiciones adecuadas para operar”. Y así, mil ejemplos.
Buscar a los mejores. Una vez definido el campo de juego, conviene mirar alrededor y ver quién es el que juega mejor. No sólo en la Argentina: en el mundo ¿Quiénes son los referentes globales? ¿Qué hacen distinto? ¿Cómo son sus modelos mentales, sus estilos y el modo en que operan? Todos factores que ayudan a poner una vara alta para medirse y aprender. El talento se potencia por imitación selectiva y benchmarking constante.
Escuchar el viento. La comunicación, los asuntos públicos y otras disciplinas del mismo espacio semántico están atravesados por cambios culturales, tecnológicos y políticos permanentes. Estudiar las grandes tendencias —IA generativa, polarización social, ESG, aplicación de las neurociencias, etc.— ayuda a entender si el talento propio navega a favor del viento o en su contra. Solo el que se anticipa puede construir una propuesta de valor duradera.
Medir lo que importa. Todo talento profesional necesita validación externa. El mundo corporativo paga por lo que puede medir. ¿Cómo? ¿Qué indicadores son los que mejor se ajustan a mi propuesta? ¿Cuáles son los que se usan en el resto del mundo? Elegir las métricas correctas y poder demostrar resultados no solo legitima el talento: lo convierte en una promesa confiable para otros.
Diferenciarse. No basta con hacer algo bien. Ni siquiera muy bien: hay que intentar hacerlo de manera distinta del resto. Entender qué parte del proceso uno podría resolver como nadie más, cuál es el ángulo inusual que podría aportar, qué combinación de saberes o experiencias que otros no usan generaría una ventaja comparativa real. Ahí está el diferencial que convierte un talento en marca personal.
Descubrir el David que llevamos dentro no es un ejercicio de narcisismo. Es un acto de responsabilidad profesional: sólo se puede aportar valor cuando se sabe cómo y desde dónde. Igual que en la escultura, el desafío no es inventarse, sino encontrarse. Y luego, ponerse a trabajar.
Ilustración: gentileza GM+AI
2
Tres preguntas a Carlos Javier González Serrano. Es un profesor de filosofía y psicología español, especializado en pedagogía y en psicología del trabajo y de las organizaciones.
—¿Cómo explicarías ese cansancio tan típico de la vida moderna?
—No estamos cansados por lo que hacemos, sino por lo que dejamos de hacer, al margen de la productividad y más allá de las fronteras utilitarias. Y sobre todo por el asfixiante meollo existencial en el que transcurren nuestras vidas. ¿Qué planteamientos antropológicos, sociales y existenciales nos hemos visto empujados a aceptar para vivir como nos dictan que debemos vivir? El problema no somos nosotros, como suelen decirnos acusatoriamente: “no estás a la altura”, “no te adaptás”, “andá a terapia”. Es todo lo que dejamos de hacer cuando no podemos más que decir sí a un sistema en el que nos vemos obligados a vivir y al que solo podemos renunciar al precio de ser unos parias y quedar desamparados, desarraigados. Simone Weil decía que “echar raíces quizá sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana”.
—¿Cómo reaccionamos ante ese vacío?
—Quizá de manera inconsciente, anhelamos lo incaduco, lo inmarchitable, aquello que trascienda la rumiadora y desgastante superfluidad de nuestro presente. Porque existe algo en nosotros que se resiste a aceptar que la realidad queda reducida al insaciable ciclo de consumo, a la urgencia y a la rapidez, al imperativo de lo útil y de la productividad. Lo presentimos, y estamos en pleno duelo por esa dolorosa pérdida. La obsolescencia de cualquier experiencia, la vaciedad y la falta de vínculos significativos, hitos de nuestra época, nos hacen sentir una nostalgia del Absoluto que nos informa de un elemento de permanencia –desaparecido– en todo lo existente, de una suerte de continuidad esencial que escapa de las anhelantes dinámicas del mercado y de la tecnología digital, que todo lo transmutan en producto transitorio para movilizarnos mediante la aparición de gratificaciones instantáneas, fútiles, poco significativas: repletas de acción, pero triviales y huecas.
—¿Cuál es tu hipótesis, entonces, sobre lo que nos pasa?
—Mi hipótesis es tajante: guardamos una íntima certeza de que algo esencial, de que un elemento primigenio y fundamental se nos está escapando mientras, excitados e impelidos por el trasiego contemporáneo, fingimos estar satisfechos. En paralelo, el aburrimiento que surge al permanecer atiborrados por gratificaciones constantes y fútiles (stories, tiktoks, reels) encierra una relación directa con nuestro estado de ánimo. Intentamos encontrar en ese entretenimiento lo que él mismo nos arrebató: un lento disfrute del mundo y, de su mano, el encuentro con la Belleza. Estas clarividentes palabras de Madame de Staël en sus escritos sobre antropología relatan a la perfección lo que intento decir: “Nada hay más penoso que el instante que sucede a la emoción: el vacío que deja tras sí causa una mayor infelicidad que la privación misma del objeto cuyo deseo nos excitaba. Lo más difícil de soportar para un jugador no es haber perdido, sino dejar de jugar”.
Las tres preguntas a Carlos Javier González Serrano se tomaron del artículo “La desaparición de lo imperecedero”, publicado originalmente en Ethics. Para acceder a su versión original podés hacer click acá.
3
Incoherencias. El “caso Coldplay”, que generó comentarios variados en medios de todo el mundo, fue el disparador de este artículo sobre las incoherencias en el mundo ejecutivo, donde se plantean altos estándares éticos, y a la vez con frecuencia las prácticas no acompañan. Un llamado interesante a evitar el stprytelling vacío y poner foco en el storydoing.
4
Academia. “Elogio de los grandes sinvergüenzas” titula este ensayo ya clásico el filósofo español Jacinto Choza. Una invitación a evitar la obsesión por ser coherentes, y optar más bien por la aceptación humilde de que no siembre hacemos lo que está bien y otras tantas hacemos lo que está decididamente mal. Los “grandes sinvergüenzas” son los que supieron dejar los criterios de bien y mal en su lugar, y pudieron regresar arrepentidos cada vez que erraron. Se oponen a ellos, según Choza, los “auténticos sinvergüenzas”: los que, incómodos por la inautenticidad que implica que sus costumbres no se parezcan a sus valores, deciden cambiar los valores para que se parezcan a sus costumbres. Muy sugerente.
5
Oportunidades laborales
PwC Argentina inició su búsqueda para la posición de Manager – GenAI.
TMT (Trade Marketing Techologies) abrió su búsqueda de Team Manager.
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan.
Con el apoyo de

COMMS es una iniciativa de

El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país.